El dieciocho

El 18 o el dieciocho por aquel desfase del 18 de julio: la calle ahora llamada Juan Pablo II. Está y tenen la mejor ensaladilla rusa posiblemente del mundo. Y un ambiente genial. Concurrido, político, cultural, periodístico como en el Chicote. Cerca del mítico Parra (ya sin aquellos bailes) en el Pasaje de Sitja lleno de locales y casas por restaurar, también me mando un pincho moruno y un escalope de escuela como los del Tahití. No es cachopo. Ni milanesa. Con agua de la cumbre de Gran Canaria. Las Cumbres. Agua de Valsequillo. Allí también discen bistec empanado. Se puede fumar en la mesa de la terraza. Gente normal. Y también se pueden tomar copas. Bullicio palabra que asusta. Como asustan los fachas por las calles o eso intentan. El típico sustito. ¡A mamarla! Menos mal que disfruto de la compañía.

Aquí me he reunido con mucho jeta. Y a mucho jeta y jeta he conocido. Qué pregunten en una entrevista y les detallo. Cuídense de las malas compañías y de los que acojonan la libertad de expresión y la cultura, los que no pagan, los que te dejan colgado. Los que avasallan y maltratan. Los malos. Los condencendientes y que están por encima de todo. Los que abusan del código y del poder. Los que quieren más. Como Gollum. Los bobainas.

Siempre quedará el 18.

Menos de 20 pavos. Y sin una gota del alcohol.

Impresionante.