Categoría de reyes. Asturiano. El primero. Los adoro. Es la segunda vez que vengo. La primera no pude apreciar las acuarelas de Rincón que recuerdan las del canario Negrín aunque sea un poco más ocre su gama de color. Un lugar entrañable y amable con pincho de tortilla de embutidos de entrante. Paletillas quedaban tres, dicen en cocina. Julio canta en Julio aquí en Don Pelayo. Hoy vengo con Toñi mi querida compañera gourmet. Siempre que podemos; escapadita. Solemos ir a hindustánicos, ya en repetidas ocasiones, y el otro día incluso nos atrevimos con unas costillas, papas y piñas en Casa Tomas. Allí comía el autor de la canción de mojo picón. Caco Senante. Las costillas ese día las encontré duras y el bullicio que había en el comedor central era ensordecedor. Pero bueno, fué un día. Llevan muchos años dando de comer. Antes iba mucho de crío; era de mis favoritos.
Toñi llega ya dos minutos tarde. Adoro la puntualidad. Es algo british en mí.
Todo está lleno tendremos que esperar.
Merece la pena por las herencias de Pelayo.
Creo que llegó Toñi.
Vinagreta tibia de alcachofas.
Pochas con almejas.
Carrilleras en su jugo.
Solomillo con foie en reducción de Pedro Jiménez.
Y los mejores huevos moles de la isla de postre.
Por 107 euros incluido agua y vino.
Una coincidencia pasmosa, nos encantó y volveremos.
Aunque Toñi remató con un café expresso doble con hielo. En Canarias lo llaman Más nunca.
En Santa Cruz de Tenerife en la calle Benavides. Don Pelayo.